lunes, 5 de abril de 2010

Orden general del Almirante Busser, 2 de Abril de 2010



(Yo les pido que ese aplauso sea para todos los hombres que combatieron en la guerra por las Malvinas…)

La fecha de hoy, y estar reunidos en este lugar delante de una embarcación con el nombre de la madre del Capitán Giachino, construída para hacer la tarea que se viene anunciando, tiene un profundo significado.
Hoy es el día del Veterano de Guerra y el día del Homenaje a los caídos en la guerra por las Malvinas. Pero en la realidad del pueblo argentino, es el día en el que celebramos la recuperación de las Islas Malvinas y al día siguiente de las Georgias del Sur, reparando los casi 150 años de usurpación que se arrastraban desde 1833. Ese 2 de Abril la Argentina se mostró eficaz e hidalga. Hicimos los argentinos una operación militar exitosa, a pesar de las dificultades que significaban las condiciones impuestas: que no causáramos bajas al enemigo militar ni a la población civil. Es una condición muy difícil de cumplir para una fuerza militar. Hacer una operación, obtener un resultado, sin causarle bajas al enemigo. Porque las fuerzas militares actúan por medio de sus armas. Al no tener que causar bajas no podíamos usar las armas. El hecho de que lo lográramos integralmente puso en evidencia no solo la ayuda de Dios sino una operación conjunta de la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea que resultó desde todo punto de vista, ejemplar. A ese éxito le agregamos un comportamiento ejemplar también de nuestros hombres no solo con la población civil que fue respetada en sus propiedades y en su integridad y honor como personas sino también con los prisioneros militares a los que una vez rendidos, y antes de ser evacuados al continente, se los hizo concurrir a su cuartel o a los domicilios privados donde estaban alojados para retirar sus efectos personales con los que se embarcaron rumbo a Montevideo. Donde ese mismo 2 de Abril a la noche fueron entregados al embajador británico. Debe ser la única vez en el mundo, que los prisioneros de guerra se van a su país de vuelta con su cepillo de dientes, su peine, su ropa interior… El resultado de ese buen comportamiento nuestro fue que el 3 de Abril, mientras los vehículos anfibios esperaban para reembarcarse en el buque San Antonio, hubiera señoras malvinenses que le ofrecían a los soldados argentinos una taza de te mientras esperaban el reembarco. Yo había dispuesto que ningún soldado nuestro entrara a ninguna residencia particular, salvo por razones de combate. Estas señoras los invitaban a tomar una taza de te adentro de sus casas. Me vinieron a pedir permiso a ver si yo los dejaba entrar a la casa y yo les dije que no. Entonces, al rato, aparecieron las señoras con una bandeja ofreciéndoles la taza de te, tan tradicional en los ingleses a nuestros soldados. Así que el 3 de Abril, ya estábamos teniendo una buena relación con esa población. Es posible llevarnos bien con ellos. Porque ellos esperaban un comportamiento deleznable de parte nuestra. Encontraron con un comportamiento ejemplar. Lo que nos debería hacer estar orgullosos a todos los argentinos.
Pero hoy aquí, tenemos esta embarcación destinada a navegar hasta la zona donde está operando la plataforma de exploración petrolera británica al norte de las Malvinas. El nombre de la embarcación es todo un símbolo de la conducta y la fortaleza de las madres argentinas durante la guerra. La señora de Giachino fue la primera madre que supo en esos días que un hijo suyo había muerto peleando por su patria. Su reacción dura y altiva. Su entereza y su ejemplo, marcaron la conducta de las muchas madres que vivieron el mismo trance en los días posteriores. Ella fue en 1982 una verdadera heredera de las patricias mendocinas que tanto ayudaron en la preparación del Ejército de los Andes entregando fundamentalmente sus propios hijos a ese ejército. No dudo que el espíritu y la fortaleza de Doña Delicia serán una guía insuperable de esta embarcación y de sus tripulantes. Y no dudo de que esta embarcación también llevará en su casco la protección de la Virgen Stella Maris.
Y hay una circunstancia particular. En estos días nos aproximamos a la fecha del segundo centenario del 25 de Mayo de 1810. El primer centenario nos encontró en un marco de progreso y esperanza que auguraban un porvenir venturoso para la Argentina. Aunque padeciéramos los naturales desequilibrios propios de todo rápido progreso. Este segundo centenario nos sorprende en cambio en un lamentable proceso de decadencia, con desencuentros graves y frecuentes entre los diferentes sectores sociales, con una dirigencia que no encuentra el rumbo, con una población que muestra signos de crisis moral, con una pobreza que invade nuestros vastos sectores sociales cosa que en esta Argentina ubérrima, no debería pasar.
Este viaje puede ser el factor que precipite un proceso de reacción argentina. Podemos demostrar y demostraremos que somos capaces de afrontar empresas importantes con medios escasos o precarios.
Y ahora me dirijo a los muchos jóvenes que veo en este lugar: este es un intento arriesgado de hombres jóvenes con muchas probabilidades de sufrir inconvenientes pero que buscará mostrar a los británicos que no podrán estar tranquilos en su usurpación. Y cabe preguntarles a los jóvenes que se queden en tierra si no ha llegado la hora de que cada uno de nosotros empiece a pensar en cómo perturbar o neutralizar las acciones del Reino Unido en el Atlántico Sur y después de haberlo pensado, ponernos a ejecutar esos pensamientos. Nada se nos dará gratis, pero podremos lograr todo lo que intentemos, con determinación y con coraje.
Y ahora Toni López, te voy a decir una cosa, y te voy a tutear acá delante de todos. Vos vas a hacer este viaje. Está lleno de riesgos y de peligros. Vos lo sabés bien. Si sale bien y va a salir bien, vas a recibir una tibia recepción cuando vuelvas, un apagado eco en los medios de comunicación social y poco más que eso. Pero si llega a pasar algo y no sale todo bien, vas a sacar la patente del chapucero nacional… Sabés que eso va a pasar. Yo te deseo toda la suerte del mundo. Vos fuiste con el Malabar y con el Patagón. Sabés lo que es estar solo en el medio del mar viendo las olas mucho más altas que tu embarcacionsita, y estar mareado, tener frío, estar mojado, sabés todo eso. Sabés lo que te espera. Yo se lo que te espera, estar al lado de Dios y en los brazos de Dios.

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