martes, 12 de abril de 2011

Un nuevo 2 de Abril

La movilización convocada por la CGT el 30 de marzo de 1982 podía considerarse un éxito. La ciudad de Buenos Aires había amanecido con un gigantesco operativo policial en los accesos. Y la forma de la protesta, se remitió a las de la anterior dictadura. Juntarse en una esquina, cantábamos “se va a acabar” o la “marcha peronista” y corríamos. Corríamos de los gases, de los palos, de los caballos. Y volvíamos a juntarnos y volvíamos a cantar. Y a correr...
No eran los atentados de la vanguardias esclarecida y al servicio de nunca se sabe quién. En contra de inocentes, siempre. Era la movilización popular, a pesar del estado de sitio y la amenaza constante de “desaparecer” por pensar diferente. Así fue como se preparó el golpe y así se sostenía. Con el terror. El terror no es de derecha ni de izquierda. Es eso. Terror.

No voy a negar que cuando escuché la noticia mi primer pensamiento fue: estos milicos h de p tenían que recuperar las Malvinas? Al pasar por la Plaza de Mayo, el poli me dice: tocá bocina pibe. Y toqué, pero entre el régimen que había usurpado la voluntad popular con la excusa de combatir al otro terrorismo, según algunos, o de terminar con el fascismo del gobierno constitucional, según otros, y las Malvinas, no había mucho que pensar. Seguí tocando la bocina.

No fue sin embargo fácil, adaptarse a la nueva realidad. Recuerdo aquella foto de una de las madres, en la Plaza, con un cartel que decía: Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también. Era grande la impotencia. Sabíamos que sin el pueblo organizado y en ejercicio de su derecho constitucional de defender a la patria la batalla estaba condenada a la derrota. Sin expropiar al capital inglés y asociado. Con un Canciller y un Ministro de Economía descaradamente cipayos, más aún, que el resto de sus cómplices genocidas. Muchos nos ofrecimos como voluntarios. Otros, se las ingeniaron para ir, de cualquier forma, hasta la primera línea. Sudamérica se solidarizaba con nuestra gesta. La derrota de Puerto Argentino se selló cuando reprimieron, al viejo estilo, al pueblo que pedía continuar la lucha. La operación de exterminio, planificada por Inglaterra y aprobada personalmente por Kissinger, que con éxito llevó adelante el llamado proceso cívico militar, no había dejado en la estructura social argentina, ninguna posibilidad de reacción organizada.

El imperio, que lo es porque tiene capacidad para absorber nuestros golpes y neutralizarlos, no esperó a que el pueblo derrocara su gobierno títere. Preparó la salida “democrática”. La democracia bastarda nacida de la derrota en Malvinas. La democracia tributaria que hace realidad aquello que Perón nos advirtiera poco antes de morir: “Si alguna vez llegase a haber otro golpe, el pueblo quedará tan derrotado que la vuelta constitucional servirá solamente para garantizar con el voto popular los intereses del imperialismo y de sus cipayos nativos”. Los “civiles” que hasta allí habían acompañado al proceso pasaron a ser protagonistas. Los que habían negociado con Videla y Harguindeguy y compañía un mundo mejor, tomaban las riendas de él.

El “proceso” de cierre de industrias y toma de deuda externa quedó desbocado.
Sin embargo, el 2 de Abril de 1983, con los veteranos de guerra a la cabeza, hubo manifestaciones en todo el país. En Buenos Aires, se derribó la estatua de Canning y prendió fuego a la Torre de los Ingleses… En setiembre del 84, el pueblo de puerto Madryn expulsó del muelle Storni a parte de la flota norteamericana que había sido autorizada a amarrar. El grito era: pueblo coraje, al yanqui dale el raje.
La desmalvinización se fortaleció con filmes como “Los chicos de la guerra”. Chile cobró con las islas al sur del Canal de Beagle y el Cabo de Hornos, su apoyo explícito a Inglaterra.

En la roca del Cabo de Hornos, una vez grabó el Comandante Luis Piedrabuena: Aquí termina el territorio continental de la República Argentina y en Isla de los Estados, Puerto Cook, se socorre a los náufragos. Una semana antes del golpe, por acuerdo de la Asamblea Legislativa (recordemos que el gobierno tenía minoría en ambas cámaras) se había resuelto desconocer el arbitraje de la reina de Inglaterra por el Beagle. Por haber sido resuelto por el gobierno de facto de Lanusse. En medio de la agresión británica de la Misión Shackleton, que había sido denunciada ante la OEA y la ONU. Que había derivado en la presencia del hijo de Shackleton, otro lord pirata con el verso de explorador, que llegó a Malvinas casualmente el 3 de enero de 1976. Que derivó en la expulsión del embajador inglés el 14 de enero. Con el cañoneo al buque de Shackleton el 4 de febrero. Y que además había resuelto convocar al nuevo embajador, a puertas cerradas, para comunicarle que si no se respetaban las resoluciones internacionales de discutir la soberanía nacional en las Malvinas, se cortarían las relaciones con el estado usurpador. Políticas y comerciales… La fecha fijada fue el 24 de Marzo, a las 10 de la mañana.

En enero del 89, formé parte de la tripulación del velero Patagón, que burló la famosa “zona de exclusión” y entro a Puerto Argentino con el pabellón a tope.
Cuando se dieron cuenta de que el velero y sus tripulantes eran argentinos, se asustaron más que nosotros. Declararon una alerta de seguridad. Echaron al jefe de la fortaleza Falkland.

En febrero de 92 regresé con el velero Malabar. Llevábamos a bordo a un veterano de guerra, al camarógrafo de la expedición Atlantis, a otro cámara, de Canal 13, a un inglés que apoyaba nuestro reclamo por Malvinas… Nos tiraron encima la lancha de prácticos, no nos dejaron entrar a puerto. No cumplieron con ninguna de las garantías que la cancillería argentina y el consulado británico nos habían dado antes del viaje. O sea, estábamos mejor antes de los Tratados de Madrid.

En el 96, con gran esfuerzo, terminamos el documental “Patagón – Malabar, veleros en Malvinas”. Eran los días de las relaciones carnales y el paraguas de soberanía. No podíamos imaginar que de verdad, no habíamos conocido el terror. Porque el remate del patrimonio nacional, el envenenamiento del suelo, el saqueo de los recursos naturales. Acompañado del aumento y pago de la deuda ilegal. Y los planes de miseria para el pueblo recién comenzaban.

Este nuevo 2 de Abril, sin embargo, nos encontró en una situación diferente.
Hubo vigilias y actos a todo lo largo y ancho del país. Desde Ushuaia hasta Jujuy. Desde Mendoza hasta Buenos Aires. Los veteranos lucieron sus medallas y la sociedad sigue reclamando que se les paguen los años de pensión que les debemos. Como les debemos a los jubilados. Mientras el FMI y el Club de París cobran puntualmente la deuda ilegal y fraudulenta.
Se presentaron libros, la película 14 de Junio, lo que nunca se perdió, reventó las salas del Village en seis ciudades del país sin más publicidad que el boca a boca y el facebook.

Miles de jóvenes recuperan nuestra historia. Hasta los hitos de la entrega, como es Encandilados por el Miedo (o iluminados por el fuego) sirven para el debate y la conclusión es lo opuesto a lo que la inversión británica pretendía.

El 2 de Abril se instituyó como día de los caídos en las Islas Malvinas. Los 649 héroes. También como día del Veterano de Guerra. Pero el 2 de Abril es principalmente, el día en que recordamos la recuperación del territorio usurpado. El día en que finalizaron 149 años de ocupación imperialista sobre nuestro suelo.

Pero el 2 de Abril es sobre todo, el día de la Unidad Nacional.
Porque es de manual, que en un país ocupado por una potencia extranjera, el principal objetivo de la acción política y la militancia debe ser la recuperación del territorio usurpado.
Sin embargo, por alguna razón desconocida, la dirigencia encuentra cuestiones más importantes a resolver. Acá todo se discute, hasta el sexo de las personas se discute. Menos la dependencia. Menos la invasión inglesa.
Y sin embargo, en cuanto se plantea la cuestión Malvinas.
En cuanto sorprendemos a un par de barcos ingleses ocultando su pabellón pirata, barcos de explotación de petróleo con destino a las Islas Malvinas, contratados por Repsol, el pueblo argentino se revuelve y se expresa.
Y así fue como el Concejo Deliberante de Mar del Plata, por unanimidad, REPUDIO, la presencia de esa flotilla.
Y los repudiados huyeron antes de que la protesta se transformase en movilización popular. Ellos recuerdan el Madrynazo…!!!

Malvinas, como aquella vez nos unieron a todos los argentinos, nos sigue uniendo.
Malvinas nos permiten recuperar el espíritu de la unidad nacional. Que inmediatamente se refuerza con la solidaridad sudamericana.
Malvinas, la hermanita perdida, la mujer robada a la que le cambiaron el nombre, el cementerio con 649 cruces blancas.
Las Malvinas son argentinas. Escribía la maestra en el pizarrón cuando íbamos a la escuela.

En la recuperación de las islas Malvinas, construiremos el gran frente nacional, popular y antiimperialista que recupere nuestro patrimonio, nuestras riquezas naturales y nuestra dignidad como pueblo que nació para ser libre y no colonia tributaria del inglés ni de ningún otro amo del mundo.

Por eso preparamos, con esfuerzo, sin medios económicos ni apoyos mediáticos ni gubernamentales, la lancha doña Delicia (el nombre es en honor a la mamá de Pedro Giachino, primero de los héroes del 82, que cayó en la toma de la casa del gobernador inglés, respetando la consigna de no derramar sangre del enemigo). Con esta lancha, queremos continuar con la epopeya de los veleros en Malvinas. Concientes de que la ocupación de nuestra patria se expresa también en el dominio de los medios de comunicación, debemos realizar la difusión necesaria para que para que una aventura patriótica, se transforme en una acción política.
Como fue el viaje de Fitzgerald, en 1964, cuando en solitario voló en un Cessna prestado desde Río Gallegos y dejó una proclama que decía: con todo el derecho que me da ser ciudadano argentino les exijo que abandonen nuestras islas.
O como el Grupo Cóndor, que en 1966 sembró de banderas argentinas al entonces llamado Puerto Stanley. Mientras otro grupo de la misma organización patriótica atacaba la embajada inglesa en el Río de la Plata, en la que se encontraba de “visita” el príncipe.
Como en el en el 89, la Fortaleza Falkland sigue siendo una mentira británica. Ellos saben que su presencia en las islas es insostenible sin el apoyo del continente. Actualmente, gracias al tibio bloqueo que a veces esboza nuestro gobierno, ya hay racionamiento de víveres frescos.
Si logramos crear conciencia de que el bloqueo y la solidaridad sudamericana son un camino de triunfo, el día que recuperemos la posibilidad de tener preparados para combatir a los mejores pilotos del combate del mundo, a los infantes de marina que les dieron para que tengan, a esa expresión de la nación en armas que fue el ejército que libertó este continente de la dominación española hace 200 años, ese día, Inglaterra se va a sentar a negociar aquello que debía responder el 24 de marzo de 1976 a las 10 de la mañana: la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.

Por eso los vamos a obligar a que mantener esa fortaleza y la usurpación les salga tan caro, que se vean obligados a negociar su retirada.
Desde el 25 de febrero pasado, sus barcos petroleros en vez de estar amarrados en la Base Naval de Mar del Plata, se encuentran en alta mar. A merced de los temporales. Y del oleaje. Hemos presentado en varios municipios costeros el pedido de REPUDIO. Y cuando logremos que todos nuestros puertos los hayan rechazado, se tendrán que volver a la isla de su reina.

Porque somos los argentinos, los que reconquistamos nuestra ciudad en 1806. Los que los vencimos en 1807, Los que a pesar de su superioridad tecnológica y de número los enfrentamos en Obligado y el río Paraná en 1845. Y los que supimos construir una nación industrial, científica y técnica, que aun no lograron doblegar.

ACA NO SE RINDE NADIE, MIERDA.
MALVINAS VOLVEREMOS. VIVA LA PATRIA.

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