Hace apenas un año enfrentábamos a lo largo de todo el
litoral marítimo, desde Ensenada hasta Tierra del Fuego, a una flotilla
petrolera de origen inglés. Hoy, la presencia del petrolero “Stena Polaris”
(Bermuda) en la Bahía
de San Sebastián, contratado por YPF para transporte de petróleo crudo, genera
toda clase de movilizaciones de protesta -con represión por parte del gobierno
de Fabiana Ríos incluidas-, declaraciones de repudio de los veteranos de guerra
fueguinos, trabajadores, estudiantes y hasta legisladores nacionales.
Hace poco más de un año, la presencia de un buque petrolero
con bandera inglesa en el puerto de Mar del Plata derivó en una denuncia
pública y en la indignación popular. Porque había sido contratado por un
consorcio internacional formado por Repsol YPF, Petrobrás y British Petroleum.
Porque pretendían perforar en suelo argentino (no el usurpado, el que
conservamos). Porque venían con el “Stena Drillmax” (buque del mismo armador
que envió dos barcos taller a la guerra del ‘82 y que hace el mantenimiento de
los submarinos nucleares británicos del Atlántico Sur) y porque de capitán
venía uno de los de la
HMS Sheffield. Porque escondieron la bandera del imperio que
usurpa las Malvinas, la negaron y la cambiaron por otras, piratas, de
conveniencia. Porque por más que los Acuerdos de Madrid y Londres les aseguren
navegar nuestras aguas, los ciudadanos de los puertos podemos prohibirles
bajar. Amarrar. Abastecerse. Saquearnos.
Así fue como, desde Ensenada hasta Ushuaia Río Grande, los
corrimos con “cadenas virtuales” y no tanto y con el recuerdo de que contra la
piedra y la quemadura no cambió nada desde aquella primera vez. Pero tan
dispuestos estábamos que no fue necesario llegar a ese punto. Bastó con la
expresión de la voluntad popular de cada puerto y con la de los veteranos y
trabajadores, con quienes fuimos hasta cada legislatura provincial. Así
obtuvimos una ley de bloqueo a la bandera inglesa o pirata en actividades que
tengan que ver con la explotación de nuestros recursos naturales (casi todas
las actividades, incluido el turismo) en la Cuenca de Malvinas o
sobre la plataforma submarina (todo el mar epicontinental).
Sin embargo, pese a lo obvio que pueda parecer hoy que la
usurpación inglesa de las Malvinas justifica cualquier clase de represalia
económica o política de nuestra parte, había que explicar. Que por qué el
rechazo de cada puerto. O de cada provincia, luego. Que por qué perforar pozos
sobre el lugar en que nos hundieron el Belgrano y con bandera inglesa. Que eran
inglesas las balas de las invasiones y las que fusilaron a Liniers y a Dorrego
y a Valle y a Larraburu, y las que mataron a los compañeros de Rivero y de
todos los “Riveros” que cayeron más tarde en Obligado, en el Desierto, en
Paraguay, en la Patagonia
trágica y en la semana rebelde y en los obrajes y un día casi como hoy, hace 57
años, de paseo o de trabajo en Plaza de Mayo, o en los basurales de José León
Suárez, la penitenciaría de Las Heras o los calabozos de Trelew. Y así, salió la Ley. Que se llamó
Gaucho Rivero por aquella primera resistencia nacional, por la peronista
también, pero por la de Malvinas. Porque se cumplían 178 años del primer
malvinazo. El del Gaucho Rivero y sus compañeros. Gauchos e indios. Cabecitas
negras o negros cabeza, como los del 17 de Octubre y el Cordobazo. Como los del
Argentinazo. Aquellos que restituyeron la bandera que entregó el traidor
Pinedo, a pesar de todavía tenemos una estación de subte con el nombre del
bombardero ministro Carranza o que el aeropuerto de Ushuaia es operado por
London Suply.
Creíamos que con un Rucci, un Tosco, un Smith, un Salamanca
o un Casinelli lo hubiéramos logrado. Porque primero está la patria. Y así
pedimos el apoyo a la CTA
de Mar del Plata, y luego a la de Comodoro Rivadavia y de la CGT también. Y con los
movimientos sociales y los estudiantes. Así en Santa Cruz como En Tierra del
Fuego. Lo logramos los argentinos.
Cuando en enero de 2010, ellos enviaron la plataforma
offshore “Ocean Guardian”, Néstor Kirchner anunció y pidió al MERCOSUR el
bloqueo a la bandera pirata de Malvinas. Y la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner exigió que toda embarcación que navegue nuestro mar territorial, hacia
o desde Malvinas, deba pedir autorización. Lo de la autorización derivó
inmediatamente en la interrupción del servicio de transbordador Punta Arenas –
Puerto Argentino. El ex presidente no llegó a ver cuando, en el cierre de la reunión
del MERCOSUR de diciembre 2011, el presidente de Uruguay, Pepe Mujica anunció
que la bandera pirata se declaraba ilegal en toda Suramérica y que los tres
pesqueros que entraron a Montevideo en esos días se tenían que rajar de
inmediato. Y el guardacostas Mantilla marcándoles el río. A ellos, los dueños
de los mares y tan especialmente del Atlántico Sur. Suramérica, en nombre de
los argentinos los ponía otra vez en su lugar. Cuando el canciller Aráuz Castex
los puso en su lugar en el ’76, su gobierno no duró tres meses. A él mismo, el
ministerio no le duró más allá de esas veinticuatro horas. Hoy, llevamos
bastante más.
Con la ley Gaucho Rivero aprobada en tres provincias, la
expulsión de los pesqueros piratas en Montevideo con la solidaridad de toda
Suramérica señalaba que el bloqueo del puerto de Ushuaia sólo era cuestión de
oportunidad. Y así como dos días después de la declaración Unidos por Malvinas
y de la convocatoria al Foro Patagónico para denunciar los Acuerdos de Madrid,
en Ushuaia 2010, entró el Star Princess (proveniente de Malvinas, con bandera
de UK). Y dos días después de la
Declaración de Ushuaia, debía entrar al mismo puerto,
procedente de Port Stanley, Falkland Island, con bandera de United Kingdom el
mismo Star Princess. Pero esta vez no pudo.
Porque el 27 de febrero, en Ushuaia, teníamos la Ley Gaucho Rivero en
Tierra del Fuego y en Santa Cruz y Chubut.
Ahora la tenemos en toda la Patagonia y está a punto
de sancionarse en Buenos Aires.
En estos días de resistencia, malvinera y peronista, en
estos días de pena y de odio contra el usurpador, la Presidenta va a
denunciarlo en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Allá va, a
ponerle las cosas en su lugar a la reina. Nosotros acá, estamos felices. No
encontramos mejor manera de acompañar y dar apoyo a su gestión que seguir
aplicando el espíritu de la
Ley Gaucho Rivero, que dice: PROHIBIDO EL AMARRE DE BARCOS
PIRATAS O INGLESES en Puertos Argentinos.
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