Dicen que los “turistas” se amedrentaron. Lo merecen. Con
volantes escritos en su idioma, les explicamos de nuevo, que están siendo
socios de la violación de nuestras leyes y de abastecer el saqueo de la
usurpación. El imperio los usa como tropa de choque. Deberán rebelarse contra
el imperio o, en algún momento, enfrentarán a nuestra tropa de choque. El encuentro
tiene fecha: Los cruceros piratas tienen agendado volver a fin de mes.
A pesar de que ya cuatro líneas de cruceros de turismo, Aída
Cara, Seven Seas, Regatta y Silver Cloud ya reprogramaron su temporada en el
Atlántico Sur reemplazando las recaladas en Malvinas, prohibidas por las leyes Gaucho
Rivero en las cinco provincias atlánticas argentinas, dos buques: el Princess
Star y el Seabourn Sojourn, insisten en utilizar la actividad turística como
ariete para quebrar la defensa ante el saqueo de los recursos naturales.
Han ignorado la prohibición de amarre y siguen ofertando y
vendiendo pasajes para visitar la usurpación británica de las Islas Malvinas.
Con esto comprometen a los turistas en una actividad ilegal que ejercen en
tanto se aferran a una dudosa interpretación de las leyes y de una “justicia”
que es tan lenta cuando la requieren el pueblo y la patria, como es veloz para las
medidas cautelares que protegen los intereses de los genocidas y los
agrogarcas.
La billetera de la Reina ha recorrido los despachos de
Cancillería, del Ministerio de Turismo y del ejecutivo de la provincia de
Tierra del Fuego. Los 16 millones de dólares que dejan en las islas con la
excusa “inocente” de pisar mierda de lobos marinos, correr a los pingüinos y
sacarse fotos sobre las tumbas de nuestros muertos han rendido sus frutos. La
señora Fabiana Ríos nunca antes mereció tanto ser juzgada por violar los
deberes de funcionaria pública. Es tan flagrante su traición que el coraje de
los veteranos de guerra, a pesar de no cobrar su pensión hace varios meses, han
logrado que un fiscal honesto habilite ferias para que esta mujer que ya ha
traicionado a sus compañeros, a sus aliados y hasta a Cristina rinda cuentas.
Por eso un puñado de militantes nos convocamos el 4 de enero
en la Terminal de Pasajeros del puerto de Buenos Aires. No éramos muchos más
que los que acompañaron al gaucho Rivero a degoyar cipayos o a Dardo Cabo para
secuestrar un avión, y plantar la bandera. Pero sobre el fuego de la goma
quemada, en la pira que es el altar piquetero, le respondimos al diario inglés
The Sun y les mostramos para que sirven la Union Jack y la Red Flag, en la
tierra de Liniers, San Martin, Rosas, Perón, el Che Guevara y Néstor Kirchner.
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